martes, 12 de febrero de 2008

Traidor a la Patria


En el año 52 Laureano Gómez, presidente conservador, propone hacerle una reforma a la Constitución, y todo aquél que no la acate será conside­rado "traidor a la patria".

(Son delitos de traición a la patria: "el menosca­bo de la integridad nacional, hostilidad militar, traición diplomática, instigación a la guerra, atentados contra hitos fronterizos, actos contrarios a la defensa de la Nación, entre otros". El Tiempo, jueves 22 de mayo de 2003).

Para ese entonces Eduardo Caballero Escribió el siguiente texto. Para algunos como yo la vigencia de este texto esta presente.

TRAIDOR A LA PATRIA

De antemano me declaro traidor a la patria, a una patria a la cual ya traicionó mi padre, cuando se levantó en armas contra el decadente gobierno de la Regeneración en I899. Soy traidor a una patria a la cual ya habían traicionado mis tíos y abuelos en la segunda mitad del siglo pasado, cuando armaron guerrillas contra los gobiernos despóticos que por entonces la devastaban, aunque cuando todavía no osaran confundirse con ella. Soy traidor a una patria contra la cual levantó el puñal un pariente mío en la nefanda noche de septiembre, porque se resistió a aceptar que aún el propio Libertador fuera la patria. Soy traidor a la patria desde el día en que Ignacio Sanz de Tejada luchaba en Roma, como primer enviado de Bolívar, para convencer al Santo Padre de que la patria no era Fernando VII. Soy traidor a la patria desde mucho antes, cuando por libertarla de un gobierno despótico y extraño, Mariño y Soler entregó en Boyacá sus hombres y su hacienda al ejército que venía de los Llanos para luchar en el Pantano de Vargas. y cuando murió de un lanzazo en San Mateo José Miguel Calderón, otro traidor entre tantos otros de quienes por fortuna desciendo.

Pertenezco a una familia de delincuentes y traidores, cuya voz se dejó oír por primera vez en la Plaza Mayor de Santa Fe de Bogotá, cuando Acevedo y Gómez, de mi misma sangre traidora, invitó al pueblo de la Nueva Granada a que se levantara contra los gobiernos de España. Detrás de mí y en torno mío, en mi desgraciada familia, no veo sino traidores. Soy traidor por la cabeza de mi padre y por el corazón de mi madre; un traidor por los cuatro costados, por las cuatro ramas de mis abuelos, y es tal mi obcecación que todavía no soy capaz de renegar de Acevedo y Gómez, de José Miguel Calderón, de Mariño y Soler, de Ignacio Sanz de Tejada, de Vargas Tejada y de Lucas Caballero. A sus traiciones las llamaron patriotismo en I8IO, heroísmo en I82I, insensatez en I8]0, radicalismo en I850, liberalismo en I899. Y va tan adelante y tan lejos este espíritu traidor que me hierve en la sangre, que mi único deseo es que mis hijos sean traidores como ya lo es y se declara de antemano su padre, y como lo fueron sus abuelos y esa taifa de traidores que entregaron su inteligencia, su corazón, su fortuna y su sangre a esa traición imperdonable que es el amor a la libertad, al cual se ha entregado mi familia.

Y que esta declaración sirva de cabeza de proceso algún día, para enjuiciar a este escritor que no está dispuesto, ni en Colombia ni fuera de ella, a quebrar su pluma para complacer a quienes abusivamente quieren identificarse con la patria.

Eduardo Caballero

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