lunes, 25 de febrero de 2008
No es una carrera!!!!!
martes, 12 de febrero de 2008
Éxito Mediático
Harán ya unas semanas cuando considerada como un desacierto por parte del señor presidente Álvaro Uribe Vélez el haber inmiscuido al presidente de Venezuela Hugo Chávez Frías como mediador del acuerdo humanitario, esto por diferentes razones: 1. la posibilidad de ampliar y fortalecer un proyecto político que va en completa contravía al de la institución y poder colombiano, 2. el tinte sensacionalista y publicitario que se le dio a un problema de tanta delicadeza como la situación humanitaria de los secuestrados, 3. el dar rienda suelta a un tire y afloje grotesco y anti-diplomático protagonizado por las declaraciones presidenciales. Hoy en día me encuentro completamente anonadado por el giro de opinión logrado a raíz de todo este proceso, a tal punto de considerar dicho involucramiento como una medida fríamente calculada, meditada y ejecutada en función de la homogeneización de conceptos y de criterios. El señor presidente Uribe logro obtener resultados que, creo yo, eran inimaginables incluso para su asesor presidencial y amigo José Obdulio Gaviria. Todo este manejo mediático logro convertir el conflicto colombiano en un asunto pasional, es decir, rebajo la complejidad histórica y cruda de una confrontación plagada de tierra, sangre, traiciones y lágrimas a un actuar pasional y satánico por parte de un grupo “terrorista” cuya “única” intensión es sembrar el terror. Esto es tan grave como triste. El actuar político de las FARC y el discurso populista del señor Hugo Chávez han fortalecido y potenciado a un nivel escandaloso la simplificación del problema colombiano, evidentemente estos son los grandes perdedores de la justa, y perdedores bien merecidos, al señor presidente de Venezuela le costo la imprudencia de tratar este asunto de una manera tan olímpica y a las FARC se les saco cuenta de cobro por sus atrocidades, injusticias e inhumanismos. Pero dentro de el grupo de perdedores encontramos tres justos por pecadores, la senadora Piedad Córdoba, quien ingenuamente cayo inmiscuida en un turbulento “complot” que no podía llegar a sospechar y hoy es quizás el personaje menos querido, después de Hugo Chávez, en Colombia; la opinión pública que sencillamente respondió cual cordero adiestrado ratificando el éxito rotundo de la milicia mediática institucionalista y la paz quien aporreada sencillamente tendrá que seguir soportando los embates de una seguridad democrática fortalecida y bien financiada. Por aquí en Colombia, la paz es lo que menos se añora.
Traidor a la Patria
En el año 52 Laureano Gómez, presidente conservador, propone hacerle una reforma a la Constitución, y todo aquél que no la acate será considerado "traidor a la patria".
(Son delitos de traición a la patria: "el menoscabo de la integridad nacional, hostilidad militar, traición diplomática, instigación a la guerra, atentados contra hitos fronterizos, actos contrarios a la defensa de la Nación, entre otros". El Tiempo, jueves 22 de mayo de 2003).
Para ese entonces Eduardo Caballero Escribió el siguiente texto. Para algunos como yo la vigencia de este texto esta presente.
TRAIDOR A LA PATRIA
De antemano me declaro traidor a la patria, a una patria a la cual ya traicionó mi padre, cuando se levantó en armas contra el decadente gobierno de la Regeneración en I899. Soy traidor a una patria a la cual ya habían traicionado mis tíos y abuelos en la segunda mitad del siglo pasado, cuando armaron guerrillas contra los gobiernos despóticos que por entonces la devastaban, aunque cuando todavía no osaran confundirse con ella. Soy traidor a una patria contra la cual levantó el puñal un pariente mío en la nefanda noche de septiembre, porque se resistió a aceptar que aún el propio Libertador fuera la patria. Soy traidor a la patria desde el día en que Ignacio Sanz de Tejada luchaba en Roma, como primer enviado de Bolívar, para convencer al Santo Padre de que la patria no era Fernando VII. Soy traidor a la patria desde mucho antes, cuando por libertarla de un gobierno despótico y extraño, Mariño y Soler entregó en Boyacá sus hombres y su hacienda al ejército que venía de los Llanos para luchar en el Pantano de Vargas. y cuando murió de un lanzazo en San Mateo José Miguel Calderón, otro traidor entre tantos otros de quienes por fortuna desciendo.
Pertenezco a una familia de delincuentes y traidores, cuya voz se dejó oír por primera vez en la Plaza Mayor de Santa Fe de Bogotá, cuando Acevedo y Gómez, de mi misma sangre traidora, invitó al pueblo de la Nueva Granada a que se levantara contra los gobiernos de España. Detrás de mí y en torno mío, en mi desgraciada familia, no veo sino traidores. Soy traidor por la cabeza de mi padre y por el corazón de mi madre; un traidor por los cuatro costados, por las cuatro ramas de mis abuelos, y es tal mi obcecación que todavía no soy capaz de renegar de Acevedo y Gómez, de José Miguel Calderón, de Mariño y Soler, de Ignacio Sanz de Tejada, de Vargas Tejada y de Lucas Caballero. A sus traiciones las llamaron patriotismo en I8IO, heroísmo en I82I, insensatez en I8]0, radicalismo en I850, liberalismo en I899. Y va tan adelante y tan lejos este espíritu traidor que me hierve en la sangre, que mi único deseo es que mis hijos sean traidores como ya lo es y se declara de antemano su padre, y como lo fueron sus abuelos y esa taifa de traidores que entregaron su inteligencia, su corazón, su fortuna y su sangre a esa traición imperdonable que es el amor a la libertad, al cual se ha entregado mi familia.
Y que esta declaración sirva de cabeza de proceso algún día, para enjuiciar a este escritor que no está dispuesto, ni en Colombia ni fuera de ella, a quebrar su pluma para complacer a quienes abusivamente quieren identificarse con la patria.
Eduardo Caballero