viernes, 19 de marzo de 2010

Verde de Pan y Queso.

-“Yo no entiendo que es el verde”.-Así dijo doña Graciela el día de elecciones, le comentaba a su amiga Martica, que acababa de votar por el muchacho Rizzetto, que tiene cara de bonachón y que además le había prometido un puestico en la alcaldía de Candelaria al sobrino, y es que Danielito lleva mas de 2 años tratando de encontrar trabajo y nada, la mamá esta desesperada porque Daniel solo se la pasa callejeando y ya lo pillo poniendole los cachos a Laura y si ese muchacho no coje oficio, esa niña se le va aburrir y lo va a dejar. En cambio el Verde.... que es eso del verde Martica? - Ni idea doña Graciela, eso como que es para la alcaldía de Bogotá.

Y es que Aurelijus tiene un reto de campaña. Durante la campaña de 1998, que hoy aparece como paradójica, (se imaginan hoy a Mockus como fórmula presidencial de Noemí?) puso a prueba, antes de la alianza en cuestión, sus estrategias pedagogícas irreverentes, para después rendirse a la política tradicional. Son quizás, esas posiciones educadoras y un discurso que raya en realismo abstracto, lo que seduce a jovenes universitarios, estrenosos de cédula y románticos ingenieros como yo, que votamos con absoluto convencimiento de que Mockus sería quien podría sacar lo mejor de nosotros como Colombianos.

El voto de opinión esta estrechamente atado a la posibilidad de crear una opinión política, una que parta de los cuestionamientos sobre el actuar político y el trascender de lo cotidiano, una opinón que permita preveer y visualizar un poco mas alla que las preocupaciones de doña Graciela, ojo, esto no quiere decir que yo vote sin pensar en la posibilidad de que Mockus fotalezca la educacion y la investigación, a mi me interesa contar con más recursos para investigación, mi estomago y mi ego lo requieren, lo que quiero decir es que el símbolo de Mockus es extraño para los electores tradicionales, de hecho, así lo dijo doña Graciela, es verdad que lo escuche decir de una señora que salía de la sede de la CVC después de ejercer su derecho democrático.
Y es que cuando regresamos a la campaña de 1998 y vemos a Antanas uniéndose a Noemí como fórmula presidencial, encontramos al candidato del Partido Verde reconociendo implicitamente que hay algo en la política tradicional necesario para ser presidente (al menos así parece). Pensemos en Chavez, el “chamo”, cuando en su programa Alo Presidente este señor despotrica, manotea y se colorea hablando de las invasiones bárbaras, nazis e imperialistas, discurso que aparentemente es anacrónico, descontextualizado e incluso absurdo a los ojos de muchos, nos preguntamos, como es posible que este señor se mantenga en el poder?; si, ya se, el señor es un autócrata, muy similar a Uribe, y es precisamente esa similitud la que lo mantiene en el poder, por que tanto el chamo como el paisa, saben a quien le estan hablando, su discurso es estratégico y va dirigido a quienes lo mantienen en el poder, lo que Chavez dice, es lo que el venezolano promedio quiere escuchar, aún cuando ese deseo este mediado. Entonces aparece el reto de Mockus, el reto electoral. Como hacer para que el discurso de Mockus sea entendido en las bases sociales a quienes no les hemos dado los elementos y herramientos para forjar un voto de opinón? Como construir un discurso de realismo mágico que toque las visceras acostumbradas a los discursos de pan y queso de la política tradicional? Como lograr llegar a los corazones de las personas que entienden las elecciones políticas como la oportunidad de resolver la inmediateces humanas? Porque el señor Rizzeto sabe muy bien como hacerlo, pero no queremos hacerlo a lo Rizzeto!!!!!

lunes, 25 de enero de 2010

El fin justifica

Ante la polémica y tan importante decisión que la corte constitucional se encuentra procesando y que por estos días ronda las columnas, editoriales y noticias de nuestra amada República del Sagrado Corazón de Jesus, aparecen argumentos conciliadores y de gran profundidad que hacen honor al respeto que tiene la clase dirigente por el electorado. Se habla de la voluntad divina del pueblo, máxime autoridad de una democracia decente, estructurada y madura; Se dice qué, como es común en la historia de los tiempos, "el fin justifica los medios", argumento milenario de constante aparición en las atrocidades de la humanidad.

Es que la oposición debe entender que la encrucijada del alma responde específicamente a la imperiosa necesidad de un pueblo que reclama liderazgo, autonomía, y autoridad al frente de las decisiones que enrumban nuestra nación. Aquí no hay espacio a moralismos sobre las ridiculeces de forma, ni posibles responsabilidades sobre fantasiosas consecuencias donde algun verdadero tirano de 5ta categoría llegue al poder una tercera vez, es que se debe entender que la divina providencia no permitiría que ningún cholo, mulato o sambo, logre perpetuarse en la casa de Nariño y pasar por encima por las supremas e independientes instituciones del estado, es que estos son temas de estilo y distinción. Además, con un gobierno absolutamente demócrata, que entiende que únicamente debe atender a la voluntad de un pueblo, y que es este pueblo es el que se hace responsable de su destino, que riesgo se puede correr?

En otras palabras, si el pueblo considera que no hay peligro alguno en concentrar el poder sobre el ejecutivo y refundar la nación sobre las bases autocráticas que permitan mantener el pájaro en mano que nos asegura la tranquilidad y el bien habido derecho de autodeterminación, entonces quienes somos para ir en contra de la voluntad del pueblo? es que hablamos de democracia, y la democracia la define la voluntad de las masas, que es voluntad divina. Así que una segunda reelección tan solo es la respuesta justa a el clamor popular, no importa lo que caiga de por medio, lo que se pierda en el camino, o lo que se desdibuje y se difumine, en últimas, si el pueblo se atiene a las consecuencias, es un pueblo responsable, ignorante pero responsable y la ignorancia no es problema nuestro, cierto?

martes, 7 de julio de 2009

Dilema moral del día del padre.

Cuando pienso en Álvaro Uribe Vélez como niño, me lo imagino en una finca antioqueña corriendo detrás de alguna tía monja (o vestida de monja) mientras que usa un pantaloncito corto, color café con tirantes y una camisa de manga corta pero abotonada al cuello. Esto es producto de mi imaginación y no es ninguna verdad periodística, solamente ficción, pero ficción que bajo ninguna circunstancia sería descabellada, es decir, no es ciencia ficción. No dudo de los profundos valores morales del señor presidente, estoy seguro de su ferviente devoción por la Santísima Trinidad y el Sagrado Corazón de Jesús, creo en sus confesiones semanales junto a José Obdulio Gaviria y ante monseñor Pedro Rubiano (insisto, esto es ficción, no puedo probar lo que estoy diciendo). En consecuencia no puedo dudar del insondable dilema moral al que por estos días enfrenta el señor presidente de la República del Sagrado Corazón de Jesús, estimo, dilema únicamente comparable al de la virginidad de la hija (hipotética) amada. Es que ser padre de 40 millones de colombianos, su guía espiritual, económica, política, humana y demás, un conglomerado de población tan necesitado de amor paternal, de consejos sabios y de evasivas amorosas, es una responsabilidad que no cualquier mortal esta ni en la disposición ni en la capacidad de asumir. Porque no solo la mente adelantada y visionaria del ilustre e hidalgo don Álvaro Uribe Vélez, omnipotente benefactor de la patria y de la buenas costumbres, quien representa la salvación divina y profética de esta tierra sembrada de sangre, sino que el corazón amplio, caritativo y dadivoso de tan idolatrado líder es la única esperanza que tenemos los siervos de la patria para poder sobrevivir a nosotros mismos, ya que el pueblo colombiano, ahogado en aquella ignorancia sembrada de forma sistemática por los siglos de lo siglos, es el culpable de las muertes y desamparos de una guerra terrorista que fue fundada en el seno de la patria boba. Por eso, con el amor de patria que me embarga al escribir el presente, solicito comedida y apasionadamente, que no sea Álvaro quien nos abandone a nuestra suerte, y que no nos olvide en la ambigüedad del tiempo y que sea el quien no siga guiando por otros 4 años más, amparado en una constitución que le proteja de sus detractores y enemigos. Alvarito presidente de los Colombianos por hoy y por siempre.

lunes, 25 de febrero de 2008

No es una carrera!!!!!



Aquél día en el que transcurrió la multitudinaria marcha en contra de las FARC, decidí permanecer en mi sitio de trabajo y hacer caso omiso de lo que sucedía por las calles de Colombia, la razón para tal posición no tenía que ver con mi repudio a los actos violentos e inhumanos a los cuales nos tienen acostumbrados las FARC, no, tenía que ver con que no podía asumir una posición unidireccional en relación a la compleja problemática del conflicto colombiano, como si quisiera asumir que el único problema del que goza Colombia es el parásito de las FARC o si quisiera pensar que las FARC carecen de un carácter político, o si pretendiera asumir que los 150 años de historia que cultivan la violencia Colombiana fueran años vagos e insulsos. No podía caer en el genial juego mediático propuesto por la artillería Uribista. No!!! yo aún gozo de dignidad!!!. Hoy, algunos sensatos y otros no tanto, intentando equilibrar las cargas, convocan a la marcha contra los crímenes paramilitares y otras formas de violencia, a la cual tampoco puedo ir, no porque no repudie los atroces crímenes de lesa humanidad cometidos por las fuerzas paramilitares, o la condescendiente ley de justicia y paz que los favorece, es precisamente por lo contrario, es porque me cuesta soportarlos, me cuesta soportar la aprobación tácita otorgada por una gran mayoría de los asistentes a la otra marcha, me cuesta soportar al filósofo J.O. Gaviria y los secuaces de Ralito, me cuesta soportar que la cruda polarización maquiavelicamente diseñada por las bambalinas Uribistas reciba un nuevo triunfo. Si miramos precisamente nuestro últimos 150 años encontramos que nuestras muertes y sus diversas formas se sustentan precisamente en las radicales diferencias, que mejor manera de alimentar una guerra que enseñarnos a no soportarnos los unos a los otros, no es solo nuestra historia, es la historia de la humanidad, no puedo salir a la calle a sacarle la lengua a los de la anterior marcha, no puedo alimentar el sentido revanchista, no puedo pretender que con una marcha equilibraré las cargas, las cargas no son equilibrables, no puedo justificar la posición unidireccional, no puedo hacerlo porque las marchas no sirven para nada, mas si sirven a muchos, a los que pueden convertirlas en actos proselitistas y plataformas hacia el poder, no puedo caer en el circulo vicioso de la guerra y el derramamiento de sangre. No!!! yo aún gozo de dignidad!!!

martes, 12 de febrero de 2008

Éxito Mediático


Harán ya unas semanas cuando considerada como un desacierto por parte del señor presidente Álvaro Uribe Vélez el haber inmiscuido al presidente de Venezuela Hugo Chávez Frías como mediador del acuerdo humanitario, esto por diferentes razones: 1. la posibilidad de ampliar y fortalecer un proyecto político que va en completa contravía al de la institución y poder colombiano, 2. el tinte sensacionalista y publicitario que se le dio a un problema de tanta delicadeza como la situación humanitaria de los secuestrados, 3. el dar rienda suelta a un tire y afloje grotesco y anti-diplomático protagonizado por las declaraciones presidenciales. Hoy en día me encuentro completamente anonadado por el giro de opinión logrado a raíz de todo este proceso, a tal punto de considerar dicho involucramiento como una medida fríamente calculada, meditada y ejecutada en función de la homogeneización de conceptos y de criterios. El señor presidente Uribe logro obtener resultados que, creo yo, eran inimaginables incluso para su asesor presidencial y amigo José Obdulio Gaviria. Todo este manejo mediático logro convertir el conflicto colombiano en un asunto pasional, es decir, rebajo la complejidad histórica y cruda de una confrontación plagada de tierra, sangre, traiciones y lágrimas a un actuar pasional y satánico por parte de un grupo “terrorista” cuya “única” intensión es sembrar el terror. Esto es tan grave como triste. El actuar político de las FARC y el discurso populista del señor Hugo Chávez han fortalecido y potenciado a un nivel escandaloso la simplificación del problema colombiano, evidentemente estos son los grandes perdedores de la justa, y perdedores bien merecidos, al señor presidente de Venezuela le costo la imprudencia de tratar este asunto de una manera tan olímpica y a las FARC se les saco cuenta de cobro por sus atrocidades, injusticias e inhumanismos. Pero dentro de el grupo de perdedores encontramos tres justos por pecadores, la senadora Piedad Córdoba, quien ingenuamente cayo inmiscuida en un turbulento “complot” que no podía llegar a sospechar y hoy es quizás el personaje menos querido, después de Hugo Chávez, en Colombia; la opinión pública que sencillamente respondió cual cordero adiestrado ratificando el éxito rotundo de la milicia mediática institucionalista y la paz quien aporreada sencillamente tendrá que seguir soportando los embates de una seguridad democrática fortalecida y bien financiada. Por aquí en Colombia, la paz es lo que menos se añora.

Traidor a la Patria


En el año 52 Laureano Gómez, presidente conservador, propone hacerle una reforma a la Constitución, y todo aquél que no la acate será conside­rado "traidor a la patria".

(Son delitos de traición a la patria: "el menosca­bo de la integridad nacional, hostilidad militar, traición diplomática, instigación a la guerra, atentados contra hitos fronterizos, actos contrarios a la defensa de la Nación, entre otros". El Tiempo, jueves 22 de mayo de 2003).

Para ese entonces Eduardo Caballero Escribió el siguiente texto. Para algunos como yo la vigencia de este texto esta presente.

TRAIDOR A LA PATRIA

De antemano me declaro traidor a la patria, a una patria a la cual ya traicionó mi padre, cuando se levantó en armas contra el decadente gobierno de la Regeneración en I899. Soy traidor a una patria a la cual ya habían traicionado mis tíos y abuelos en la segunda mitad del siglo pasado, cuando armaron guerrillas contra los gobiernos despóticos que por entonces la devastaban, aunque cuando todavía no osaran confundirse con ella. Soy traidor a una patria contra la cual levantó el puñal un pariente mío en la nefanda noche de septiembre, porque se resistió a aceptar que aún el propio Libertador fuera la patria. Soy traidor a la patria desde el día en que Ignacio Sanz de Tejada luchaba en Roma, como primer enviado de Bolívar, para convencer al Santo Padre de que la patria no era Fernando VII. Soy traidor a la patria desde mucho antes, cuando por libertarla de un gobierno despótico y extraño, Mariño y Soler entregó en Boyacá sus hombres y su hacienda al ejército que venía de los Llanos para luchar en el Pantano de Vargas. y cuando murió de un lanzazo en San Mateo José Miguel Calderón, otro traidor entre tantos otros de quienes por fortuna desciendo.

Pertenezco a una familia de delincuentes y traidores, cuya voz se dejó oír por primera vez en la Plaza Mayor de Santa Fe de Bogotá, cuando Acevedo y Gómez, de mi misma sangre traidora, invitó al pueblo de la Nueva Granada a que se levantara contra los gobiernos de España. Detrás de mí y en torno mío, en mi desgraciada familia, no veo sino traidores. Soy traidor por la cabeza de mi padre y por el corazón de mi madre; un traidor por los cuatro costados, por las cuatro ramas de mis abuelos, y es tal mi obcecación que todavía no soy capaz de renegar de Acevedo y Gómez, de José Miguel Calderón, de Mariño y Soler, de Ignacio Sanz de Tejada, de Vargas Tejada y de Lucas Caballero. A sus traiciones las llamaron patriotismo en I8IO, heroísmo en I82I, insensatez en I8]0, radicalismo en I850, liberalismo en I899. Y va tan adelante y tan lejos este espíritu traidor que me hierve en la sangre, que mi único deseo es que mis hijos sean traidores como ya lo es y se declara de antemano su padre, y como lo fueron sus abuelos y esa taifa de traidores que entregaron su inteligencia, su corazón, su fortuna y su sangre a esa traición imperdonable que es el amor a la libertad, al cual se ha entregado mi familia.

Y que esta declaración sirva de cabeza de proceso algún día, para enjuiciar a este escritor que no está dispuesto, ni en Colombia ni fuera de ella, a quebrar su pluma para complacer a quienes abusivamente quieren identificarse con la patria.

Eduardo Caballero